María Florencia del Corazón de Jesús Longo, Juniora, partió a Santa Fe en febrero de 2023 para conocer otra comunidad fuera de la casa de formación en Córdoba: el Hogar Santa Magdalena. Una “Presencia” pastoral del Instituto de las Hermanas Esclavas abrazado desde 1892 para niñas en situación de riesgo.
Florencia comparte su experiencia personal:
“En febrero del 2023, partí para Santa Fe a realizar un año de experiencia apostólica, conocer otra comunidad fuera de la casa de formación y sumarme a las actividades propuestas del lugar. Esto era una novedad y a la vez un entusiasmo a abrirme a lo desconocido.
El paisaje por allá es llano y grande; no ves donde termina. Dios fue haciendo de ese paisaje, mi experiencia; ensanchando el corazón y aprendiendo a mirar en las realidades que me tocaron de cerca.
Hace siete años que ingresé al Instituto y lo más conocido y cercano que tuve, fueron los colegios, donde en Santa Fe pude gustar de la cercanía con los jóvenes, tanto en la catequesis acompañando a cuarto grado y quinto año; y al grupo juvenil (Mej), un grupo en salida, con el gusto en la misión. Lo novedoso fue llegar al Hogar Santa Magdalena para nenas en situaciones vulnerables, donde se las acompaña junto a sus familias.
Al momento de conocerlas, me sentí acogida tanto por el equipo que trabaja como por las mismas nenas. Ellas me fueron enseñando a estar con la realidad, viviendo el momento presente. El hogar es nuestra casa; solo puertas lo separan de la comunidad de hermanas. A pesar de no estar todo el día juntas, nos escuchábamos y por las noches, compartíamos la cena con la nenas en comunidad con Claudia, Noelia y Dina. Compartimos oraciones, catequesis, actividades recreativas y picardías, el vivir con ellas fue una experiencia hermosa que la disfruté, me divertí, aprendí y seguí conociéndome en esta novedad que cada vez me resultaba más familiar, donde el carisma se vive en toda la casa.
Incluirme al equipo de Pastoral Juvenil de la diócesis fue un plus en esta experiencia, que me ayudó a saberme parte del lugar; me amplio la mirada de Iglesia, de rostros que en el año se hicieron presente y se volvieron compañía.
Fue un año donde Dios se mostro más de lo que creía que iba a ver y deseo seguir gustándolo en el corazón, viviendo todo lo aprendido, dando gracias a la comunidad de hermanas que me acogió, acompañó de cerca y me enseñó a vivir esta experiencia estando ahí. Hoy le digo a Dios Gracias y le pido que no se me olvide lo vivido, que me lo recuerde en la vida. Tengo la certeza que así será”.