Hace unos 20 años tuve a Jorge como alumno, era de esos inquietos, que siempre estaban trepando aún lo intrepable, moviéndose y con el don de la creatividad de saber cómo colgar carteles y globos, en las fiestas de fin de año en los lugares más difíciles. Con un físico envidiable y también muy generoso, con mucha fe, respetuoso.
Por mis traslados a otros países y por su formación académica, dejé de verlo por muchos años.
Me encontré con Jorge hace un tiempo y fue una gran alegría, me contó que estaba casado, que tenía dos hijos y participaban en la catequesis familiar de la parroquia. Por hacerle un chiste le pregunté ¿y seguís trepando todo lo que se te presenta? Y para mi asombro me contestó ¡Sí! No sólo lo que deseo sino también lo que me mandan a trepar….mi cara de alegría por verlo pasó al asombro. Allí me contó que pertenecía al Cuerpo Especial de Rescate de la Policía de Córdoba y que su tarea era ser rescatista.
Le pregunté ¿Qué hacés en esa tarea? me dijo que ser rescatista es rescatar a las personas que han tenido un accidente de cualquier tipo, que se han caído en un precipicio, los que se han perdido en una montaña y hay que salir a buscarlos. Generalmente somos los primeros en asistir a las personas que están en peligro, que están al borde de la muerte. Tenemos que llegar rápido, transmitir seguridad, cuidar vidas. ¿Vio hermana que sigo trepando, pero ahora profesionalmente? Me dijo con humor. Seguimos charlando y me contó que además de tener un entrenamiento riguroso, ellos mismos ponían sus vidas en riesgo, que no contaban el tiempo a la hora de ayudar y que le dolía no poder a veces, salvar a todos en los operativos que participaba. Y me contó algo más que me dio la pauta que la semilla de la catequesis había germinado: Cuando llego a la persona que nos mandan a rescatar, sin que ella lo note, le hago la señal de la cruz en la frente y rezo un Ave María por su vida.
Nos despedimos con un abrazo más fuerte del que nos dimos al vernos y me quedé pensando en el modo en que, Jorge había encauzado sus travesuras por un lado y su espiritualidad por otro.
Ahora al leer Gaudete et Exultate 108 que habla de los santos cotidianos, de los santos de la puerta de al lado, no dudé en que Jorge es uno de ellos.