En el caminar por la vida consumimos una buena parte del tiempo y nos preocupamos en buscar respuestas al PORQUE de distintas cosas creyendo que las encontraremos hacia delante. No nos damos cuneta que esa búsqueda es inútil, que más importante que el porque, es el COMO, que lo esencial no está hacia delante del camino sino en un costado del mismo y que es suficiente el encontrarnos con personas como Dolores y Pablo para llegar a muchas de esas respuestas.
Los que hemos tenido la suerte de conocer y estar cerca del matrimonio formado por Dolores y Pablo hemos experimentado la vivencia, la concientización de lo singular del espíritu que transmiten y han transmitido. En personas como ellos están las cosas simples y transparentes, pero profundas que buscamos. Son faros que irradian luz propia para iluminar el camino, a los hijos, a los amigos o a cualquier necesitado que camina cerca de ellos.
“Me sentí orgulloso de ser su amigo. Iba a morir como solamente puede hacerlo él, con hidalguía, con dignidad”
Son personas de donde no salen o no transmiten preocupaciones hacia los demás. Por el contrario, siempre manifiestan el cariño, el consejo alentador, apropiado, esperanzador al amigo, al hijo, al necesitado, a quienes un problema siempre nos confunde y hacemos un mundo de eso.
Son pocas las personas con estas virtudes por eso es una lástima que la soberbia nos impida detectarlas o no vivirlas con más intensidad cuando las encontramos.
Hasta en la muerte Pablo fue un grande. Hablé con él poco antes del final. Yo trataba de explicar algo de lo que le pasaba y creo que más por esperanza que por conocimiento le decía que todo iba a salir bien. Él, mejor que yo, estoy seguro, sabía que no regresaba. Estaba sereno, tranquilo, habló de otra cosa como dándome ánimo y transmitiéndome que estaba en paz y que aceptaba el momento.
En un primer momento, al darme cuenta que efectivamente no salía de ese estado, sentí una rebelión interior, luego al reflexionar, me tranquilicé, puesto que hasta en el final, hasta en la muerte Pablo era grande, era singular. Me sentí orgulloso de ser su amigo. Iba a morir como solamente puede hacerlo él, con hidalguía, con dignidad.