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Los Ejercicios espirituales, una experiencia misionera

Los Ejercicios espirituales, una experiencia misionera

20.10.20. Hna. Carmen Rauch. Centro de Espiritualidad Catalina de María.

“La vida humana nace del amor de Dios, crece en el amor y tiende hacia el amor. Nadie está excluido del amor de Dios…” Esta afirmación del Papa Francisco nos hace pensar que la primera misión que tenemos los cristianos es experimentar el amor gratuito de Dios y ofrecer esa oportunidad de experimentarlo a otras personas.

Al comienzo de los ejercicios ignacianos, se trata de que la persona pueda conectarse con Dios, para poder experimentarlo presente en su vida. A través de la meditación de Principio y Fundamento, se busca que la persona experimente ese amor de Dios, descubra que desde siempre fue amado, para que sea los cimientos de esta nueva relación con Dios.
Este amor gratuito de Dios que fue puesto en obras, en su Hijo que se hizo hombre, creció, tuvo sus alegrías y tristezas, tuvo amigos y traiciones, lo escuchaban y creían mientras otros le ponían trampas, sufrió y lo entregó todo en la cruz, se quedó entre nosotros en un signo sencillo como el pan. Él experimento el amor del Padre y nos vino a enseñar sobre ese Amor con gestos y palabras.

Madre Catalina y el Cura Brochero, crecieron en una familia que le trasmitió sobre Dios, pero al experimentar los ejercicios, y el discernimiento que brota de ellos, los llevó a construir certezas: que este amor de Dios quiere llegar a todos. Así fue, que pusieron manos a la obra: “…podía edificar una casa de ejercicios y formar una comunidad de señoras que estuvieran al servicio de ella.” El Cura Brochero, también vislumbra que los ejercicios es el modo de evangelizar a los serranos, llamándolo “baños del alma”. Ambos promovieron los ejercicios, pero sobre todo sus vidas mostraron a Dios.

Hoy nosotros, los bautizados estamos llamados a experimentar ese amor y testimoniarlo, en la vida diaria. Lo que experimentamos en el encuentro con Dios, es decir, lo que hemos visto y oído en nuestro corazón, mostrarlo con nuestros gestos y palabras.

Queda resonando las palabras del Papa: “…la pregunta que Dios hace: “¿A quién voy a enviar?”, se renueva y espera nuestra respuesta generosa y convencida: “¡Aquí estoy, mándame!” (Is 6,8). Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal.”. (Mensaje del Santo Padre Francisco para la jornada mundial de las misiones 2020).

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