A lo largo de nuestra historia hemos recibido tanto y de una exquisita calidad de amor de Dios. Haz una lista de esas “brasas”, gracias, personas y circunstancias que son potencia de un nuevo y fecundo fuego.
Escucha. Habla con Jesús y María. Pide, alaba y agradece tanto bien recibido.
Porque nadie como ella, tiene un amor tan nuevo, tan de Dios, tan rico, capaz de satisfacer todos los apetitos, todos nuestros deseos…. Ella es Inmaculada, tiene un amor que libera, un amor materno que no deja de derramar. Ella es llena de gracia, tiene el hijo en sus entrañas…es reflejo del amor del Padre… Con María, sanando la memoria, para aceptar los caminos de Dios.
María, la madre que guardaba todas las cosas en su corazón, nos invita a transitar un camino de sanación de la memoria. Ella probablemente deseaba formar su familia, tal vez numerosa y vivir con José en la casita que juntos tendrían en Nazaret. Las cosas se dieron de manera muy diferente, solo llegó un hijo a su vientre, y José lo aceptó finalmente así.
En sus planes estaría el permanecer en su pueblo natal durante el embarazo. Sin embargo partió con prontitud ante la necesidad de la prima Isabel.
Con María, sanando la memoria, para aceptar los caminos de Dios.
Pensaba ir al censo y regresar pronto. Ya venía el niño y querían esperarlo con lo mejor que tuvieran. En el almanaque de ese tiempo no hubo regreso, ni seguridad de cuán pronto podría concretarse.
Querían ofrecerle junto a José, un lugar pobre pero digno, al hijo de sus entrañas. Irrumpió de repente, otro imprevisto, en Belén, sólo encontraron prestado un establo de animales, para él.
Se disponían para volver pronto a Nazaret, allá estaba el resto de la familia y la contención necesaria y fundamental ante la llegada del primer hijo. Sin embargo debieron huir, solos, sin equipo de apoyo, sin contactos a nueva tierras, con otra lengua y costumbres por asumir.
Al contemplar al pequeño niño se proyectaba en un tiempo hermoso, sereno y lleno de ternura. Un día fueron al Templo, lo llevaba en sus brazos y de pronto un par de ancianos se acercaron y hablaron de “pueblo, de espada que traspasa el corazón, de salvación, de caminos de paz”.
Planificaron la peregrinación de este año y la visita al Templo de Jerusalén que, sería como de costumbre. Sin embargo un imprevisto les deja durante tres días con el corazón en ascuas. Después de una angustiosa y larga búsqueda lo encontraron y su respuesta fue aún más desconcertante.
Pensaba que estaría junto a Jesús hasta los últimos días de su vida. El cerraría sus ojos. José ya partió y Él es ahora, mi apoyo y sostén. Sucedió que cierto día, partió de casa, e inició una nueva etapa en su vida…
Al contemplar al pequeño niño se proyectaba en un tiempo hermoso, sereno y lleno de ternura.
María podría narrar su vida desde una perspectiva lamentosa, sin embargo en su biografía ella se redescubre, se rehace. Como mujer de su tiempo pensaba que su vida transcurriría entre: hacer el pan, hilar, buscar el agua en la fuente, guardar el rebaño. Ella avanzó en la peregrinación de la fe. Un camino que le supuso crisis, perplejidades, renuncias, sufrimientos, decisiones, cambios, un camino de despojo para encontrar una nueva identidad y pertenencia en la nueva familia de Jesús.
“Es el momento de María, la madre concreta de Jesús,… Es el momento de re situar su vida, su función, su persona. Todo ello lleva la marca de la crisis. Desde la perspectiva de la madre concreta es el camino de pérdida, necesario paso para una recuperación en otro nivel. Está en el centro de la crisis cuando lo estable y establecido se desmorona. Es el momento de la opción, de la libertad y del dolor que conlleva estar ahí. Es la posibilidad de re situar, de elegir, de personalizar (…) Nada se impone porque apela a la libertad.(1)
María tiene que aprender a ser madre de una manera nueva, siendo discípula de su propio hijo. Haciendo este camino en la oscuridad, ella compartió nuestra suerte, y llegó a ser madre del Señor en plenitud. Quién mejor que ella para acompañarnos en el camino del discipulado, para enseñarnos a formar parte de la nueva familia de Jesús. (2)
(1) M. Navarro, “María-Madre, el paso de una a otra fe”, 78.
(2) Lucía Riba de Allione, Jesús y las mujeres – Las mujeres y Jesús, Una mirada desde los Evangelios, 136