Comunicación @madreCatalina
Como cuenta la beata Catalina en sus Memorias, se identificaba como nieta de San Ignacio de Loyola, de quien tomó como herencia su espiritualidad y su modo de crecer y caminar junto a Jesús. En el año Ignaciano -evento que se celebra de mayo de 2021 a mayo de 2022- repasamos la gran huella de inspiración que dejó el fundador de la Compañía de Jesús en la vida de las Hermanas Esclavas y, en particular, en Madre Catalina.
Fue a los 17 años cuando, por primera vez, Catalina hizo los Ejercicios Espirituales y tomó contacto con los jesuitas que se hallaban en Córdoba. Esta experiencia la animó a transitar un largo camino que dio sus frutos al fundar el Instituto de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús.
Ese recorrido estuvo marcado por la presencia ignaciana. Como lo relata la hermana Silvia Somaré en uno de sus libros, con ellos Madre Catalina “aprendió que soñando se puede ver lejos, más allá de lo que los ojos pueden ver”. Y así lo hizo al iniciar el Instituto, adaptando las Constituciones Jesuitas a la Congregación femenina e inculcando a las Hermanas el valioso regalo de los Ejercicios Espirituales y la comunión con la Compañía de Jesús.
Para graficar la devoción que unía a Catalina con San Ignacio, vale recordar el viaje que la beata hizo a Roma en 1892, para reunirse con el Procurador General de la Compañía, el Padre Luis Perelló. En su relato, la hermana cuenta que se presentó ante él como “Esclava del Corazón de Jesús y nieta de San Ignacio” y que ante el asombro del sacerdote aclaró que la Congregación había nacido de la Compañía, por lo que se consideraban nietas de su fundador.
De manera que hoy, al conmemorar una nueva fiesta de San Ignacio de Loyola y en un año especial para su familia religiosa, damos gracias por su inspiración en la vida de Madre Catalina. La espiritualidad de “su abuelo” San Ignacio ha sido el faro que la impulsó a “buscar y hallar a Dios en todas las cosas” y hacerlo cercano en una Congregación de hermanas.