San Ignacio de Loyola. Visita de intercesión
Preparación
Todos conocen a alguien que esté sufriendo por algún motivo. ¿Quieres pedirme hoy por ese familiar, amigo, compañero de trabajo o vecino? Dime su nombre; dime qué quieres que haga por ellos. Pide sin temor a exagerar; no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que, en cierto modo, llegan a olvidarse de sí mismos para atender a las necesidades ajenas.
Háblame así, con sencillez, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves sufrir, de los desorientados que te gustaría ayudar a retomar el cami. no, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra de amigo, una palabra entrañable y llena de afecto. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón, porque, justamente, ¿no es de allí de donde provienen las oraciones que me vas a presentar por aquellos que amas?
Lectura bíblica
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole: “Señor, mi sirviente está enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a curar-lo”. Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará…” Y Jesús dijo al centurión: “Ve, y que suceda como has creído”. Y el sirviente se curó en ese mismo momento.
(Mt 8,5-8.13)
Momento de silencio
Oración
Para liberarnos, eres Salvador.
Para redimirnos, eres Cordero.
Para hablarnos, eres Palabra.
Para iluminarnos, eres Luz.
Para conducirnos al Reino, eres Camino.
Para revelarnos al Padre, eres Verdad.
Para renovarnos, eres Vida.
Para compartir nuestra suerte, eres Hermano.
Para enseñarnos, eres Maestro.
Para apacentarnos, eres Pastor.
Para introducirnos en tu Rebaño, eres Puerta.
Para acompañarnos, eres Amigo.
Para alimentarnos, eres Pan.
Para alegrarnos, eres Vid.
Para reconciliarnos, eres Paz.
Para curarnos, eres Médico.
Para defendernos, eres Abogado.
Para darnos firmeza, eres Piedra angular.
Para hacernos felices, eres Servidor.
Para enriquecernos, eres Rey.
Para bendecirnos, eres Sacerdote.
Para santificarnos, eres Templo.
Para interceder por nosotros, eres Mediador.
Para colmar nuestra esperanza, eres Mesías.
Para saciarnos eternamente, eres Dios.
San Cirilo, obispo de Jerusalén (s. IV)
Libro: Quince minutos en compañía de Jesús Sacaramentado. Editorial Claretiana. Material sugerido por el Centro de Espritualidad Corazones Nuevos de las Hnas. Esclavas del Corazón de Jesús (Arg.)