El 22 de enero de 2021 la hermana Felisa Bernahola cumplió y celebró sus 90 años (1932-2021) con la comunidad de María Reina donde vive actualmente.
Felisa es cordobesa, ingresó al Instituto de las Hermanas Esclavas a los 15 años, así que vivió en varias casas del Instituto. En cada lugar encontramos recuerdos muy cercanos y queridos.
Fue maestra y directora en Instituto Belén (Santiago del Estero), en el Colegio De María (Córdoba) y en el Instituto San Luis Gonzaga (San Luis).
La experiencia en la comunidad de La Rioja la marcó hondamente porque fue justo la época de monseñor Angelelli como pastor de esta diócesis, así que tenía muchas anécdotas de Enrique Angelelli, cuando las visitaba en la cocina de las hermanas, trabajando por la vida religiosa, arremangándose por los pobres y desprotegidos, y la muerte “anunciada” del mártir riojano.
Algunos episodios inéditos Felisa los relató con mucha lucidez tres años antes de la beatificación de monseñor Enrique Angelelli “El Obispo amaba tanto a la gente pobre, amaba ir al campo y volvía impresionado de la miseria de la gente sin trabajo, las malas remuneraciones, la explotación de los más pobres, y lo decía en las conversaciones, homilías, y estaba en su derecho como Pastor de decirlo y reclamarlo, eso era lo que molestaba”. (Leer más Felisa relata vivencias de un Pastor mártir).
En Córdoba, en el Colegio de María, “las Junioras la querían mucho”, dice la Hna. Myriam Piola, le decían “CHULI” porque siempre andaba bien arreglada y le gustaban las cosas delicadas. También era la que se movilizaba para organizar las peregrinaciones a San Nicolás con los padres del colegio, motivada por su devoción a la Virgen de San Nicolás, y aún hoy en el primer piso de la Casa Madre está la imagen de una Rosa Mística que le regalaron.
En Santa Fe, (2009-2013) vivió en la comunidad del colegio y daba clases de apoyo escolar, que preparaba con mucho esmero para las niñas del Hogar Santa Magdalena.
En el hogar queda el recuerdo de un afecto especial por Danalí, una nena de 8 años que le costaba mucho leer y escribir, así que la Hna. Felisa con mucha dedicación y paciencia la fue conquistando y estimulando con pequeños premios por cada logro, alcanzando muy buenos resultados.
En Villa Allende fue sacristana de la Casa de Ejercicios Catalina de María; mujer sociable y atenta con la gente que llegaba a esta casa.
Este oficio, de sacristana, también lo hizo con mucha dedicación, mantenía todas las cosas de la capilla impecables; y para la beatificación de Madre Catalina lustró los candelabros que se lucieron en el altar de la Beatificación y los purificadores fueron cocidos por ella.
Le gustaba mucho salir a pasear, demostraba gran cariño y aprecio a las hermanas de la comunidad, alentando siempre con algo positivo.
Gracias hermana Felisa por dar Gloria a Dios en cada una de estas presencias. Celebramos tu vida!