Hna. Cecilia González
Fue por el año 1955 en una Escuelita Particular N° 3 “Sagrado Corazón”. Esta “Escuelita “¡como le decía la gente de mejor nivel social de Rancagua. Era lóbrega, fría!, sin mucha ventilación. A esta llegaban niñas carentes de todo tipo, social, cultural y espiritual. Esta “Escuelita” se encontraba en el corazón del Centro de la ciudad de Rancagua.
Allí las niñas se encontraron con un gran tesoro: una monjita llena de Amor al Corazón de Jesús, que daba a conocer lo que es el amor a su hermano. Lo Maravilloso que desde una silla de rueda ella manifestaba su grandeza de corazón para estas niñas de delantal blanco, su dulzura, bondad y comprensión nunca se le vio un gesto de enojo o de queja siempre amable. En su pecho llevaba su lema “Amor y Reparación”, que lo había hecho vida con estas niñas.
Irenita que la cuidaba, la llevaba por las mañanas y la dejaba en una galería de la escuelita, desde allí dirigía a las niñas y profesores dando sus indicaciones y oraciones al Sagrado Corazón a su AMO, como ella acostumbraba decir. Ella era la directora.
En el crudo invierno todas formadas en la galería de la escuela invocaban al Sagrado Corazón de Jesús muchas veces bajo la lluvia, pero no importaba era su fortaleza que inspiraba a sus niñas tan queridas por la Hermanita Brennan.
Ella siempre preocupada por las niñas más pobres. Les hacía dar una taza de leche caliente y un pan con queso. Todas las niñas gozaban y se sentían personitas por el trato de esta hermosa monjita.
El testimonio de ella fue su gran amor al Corazón de Jesús despertando varias vocaciones para las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús y las puedo nombrar Hna Florencia Avilez, Hna. Carmen Rojas, Hna. Ofelia Chandia y la que les está contando esta semilla sembrada en esta humilde escuelita.
Hasta nuestros días perdura su recuerdo de tan ejemplar monjita que dejo una huella muy grande en esta ciudad de Rancagua. Ella fue reconocida como persona ilustre de Rancagua con la Santa Cruz de Villa Triana. Ella era Argentina de Buenos Aires. Partió al cielo un 15 de agosto de 1966.
La que escribe da testimonio de la Hermanita Brennan por su abnegada vida entregada al Corazón de Jesús.
