El arte como oración: la experiencia del artista colombiano Julián García

El arte como oración: la experiencia del artista colombiano Julián García

Desde Medellín, Colombia, el artista e ilustrador Julián García comparte el proceso creativo y espiritual que dio origen a la nueva imagen de la Beata Madre Catalina de María. A través del color, la investigación y la contemplación, Julián fue descubriendo en ella a una mujer fuerte, valiente y profundamente humana, capaz de transformar el dolor en amor y servicio. @dibujosdecorazón.juliangarcia

Su testimonio revela cómo el arte puede convertirse en una forma de oración:
Compartimos en detalle el significado de la iconografía “Amor y Reparación”.

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En esta imagen, Madre Catalina se nos presenta con el hábito característico de su tiempo, mirándonos desde un fondo color cielo. Su mirada serena alcanza a todas los que hoy continúan su misión, cada niño, joven, familias a quienes se les abre el cofre del Reino.

En su mano izquierda sostiene el libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, abiertos en el número 234: “Vos me lo diste, a Vos, Señor, lo torno.” Palabras que resumen su vida entera: la entrega total, nacida de la oración ignaciana y sellada con la ofrenda de toda su vida.

Con la otra mano nos ofrece el Corazón de Jesús, fuente de luz que ilumina el camino de quienes que avanzan hacia Él. Las mujeres, fuente de su inspiración, caminan a la altura de su corazón, sobre un resplandor que evoca el “Sueño Dorado”, esa visión de un mundo donde el amor de Cristo renueva y educa, donde toda vida encuentra su sentido al ser ofrecida y compartida.

En la parte baja, un pupitre resume su vocación: la educación como servicio del amor.
Allí reposan el libro del conocimiento (rojo) y la Palabra de Dios (azul), unidos por una pluma que sigue escribiendo la historia de la salvación en los corazones de mujeres, niños, jóvenes, familias.

Dos tazas de chocolate, símbolo de su ternura evangelizadora y de su delicadeza para tratar, cuidar y acompañar. Pero hay un solo pan, que invita a ser partido para compartirlo. Pan que es signo de la Eucaristía y que nos habla del compartir la vida y de partirse por amor. La cruz sobre el pupitre señala a Cristo como el centro de toda misión y de toda entrega.

A la izquierda, las sierras de Córdoba y la torre de su convento nos ubican en su tierra, donde nació y creció, donde recorrió caminos y veredas para enseñar y consolar. Misión que con el tiempo se sigue extendiendo más allá de las fronteras.

Arriba, la frase “Amor y reparación” corona la imagen: el amor que repara lo herido, el amor que sana, enseña y vuelve a empezar; el amor que responde al Amor recibido, haciendo del corazón humano una escuela de misericordia.

Testimonio de Julián

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