22.04.2020. Testimonios de Hnas. Esclavas desde Granada (España).
El 24 de enero de 2020 día “De Nuestra Señora de La Paz” partieron a Madrid y luego a Granada para una nueva misión. Las hermanas Esclavas del Corazón de Jesús M. María José Bonanzea, M. Ivana Balloco, Isabel Martin y Rosario Mucientes. Una experiencia pensada en el comienzo para tres meses de discernimiento, y luego, de ser posible, las hermanas se quedarían por tres años. Pero la pandemia cambió radicalmente los planes y ellas hoy dan testimonio de una “misión especial.”
“Esta cuarentena me ha acercado más a la humanidad, a su tragedia, a su dolor.”
Hna Isabel Martin ecj
“Esta cuarentena me ha acercado más a la humanidad, a su tragedia, a su dolor, agradecí a Dios que a Ana y Dolores les dieran el alta. El poder salir al jardín de la casa me dio serenidad. Disfruté viendo las películas de Juan XXIII, Juan Pablo II y Francisco y leyendo la vida del beato Fray Leopoldo, muy querido en Granada. Por todo doy gracias a Dios.”
“La primavera que avanza a pesar de todo”
Hna Rosario Mucientes ecj.
“Hoy hace un mes que estamos confinadas. Hay momentos que es muy duro no poder salir a caminar, contemplar la primavera que avanza a pesar de todo. Por momentos me uno a los que están solos, en una cama, con dolores, sin poder ver a los suyos y pienso que no me falta nada. Estamos en una casa cómoda, donde podemos caminar, ver el sol… cada día lo ilumino con el evangelio del día, llevo a la oración el sufrimiento y soledad del mundo.
Me ayuda la palabra del Papa Francisco, tan oportuna y en conexión con el mundo que sufre el dolor, la soledad y la muerte. Agradezco a Dios poderlo recibir cada día en la comunión y el trabajo silencioso y alegre de tantas personas que hacen más llevadero este tiempo”.
“Mi oración se hizo más intercesora y universal en estos días.”
Ivana Balloco ecj
“Llegamos a este lugar, enviadas a una misión que recogió los deseos de muchas, deseos de abrirnos a nuevos horizontes, de dar desde nuestra pobreza, conscientes que lo hacíamos no sin riesgos. Cuando comenzamos a hacer pie en esta realidad nos encontramos con muchos obstáculos, pero su Gracia y la certeza de su Presencia nos acompañaron en todo momento.
Luego con la llegada del coronavirus a España, fui comprendiendo de a poco que hoy, nuestro estar aquí, pasa por habitar un lugar mucho más profundo, más hondo, mi oración se hizo más intercesora y universal en estos días, pasan muchos rostros, muchas situaciones que vamos conociendo y presentando al Señor. Desde allí me siento en casa, queriendo abrazar la complejidad de este momento. Sé que el dolor y el sufrimiento no tienen la última palabra, pido para cada una ser Mujeres de Esperanza, convencidas que la Fuerza del Resucitado sigue obrando en la historia.” ¡Gracias por las oraciones y el cariño que nos hacen llegar!