26.06.2020. Propuesta mensual Oración Familia Carismática. 27 de Junio de 2020. Agradecemos a Hna. Norma Stancich ecj. (Casa Madre) y Joaquín Gutíerrez (Seminarista de Córdoba, hermano del Instituto de la Casa de Villa Allende).
Hola a todos….
Seguimos compartiendo cada 27 de mes unidos por la fuerza de la oración en común. También para los que se van sumando les contamos que nosotros, como Familia, compartimos el ser y el hacer del gran sueño dorado de la beata Catalina de María, que escuchó la voz del Señor y dijo: “quiero una familia para el Señor y se puso en camino…”
Nuestros lazos de hermandad se dan porque todos juntos , compartimos un mismo carisma: amar y reparar, siguiendo a Jesús como discípulos misioneros; esa es la razón de esta gran Familia que Madre Catalina soñó, fundó y dio como regalo para toda la iglesia.
Este mes junio, tan esperado por nosotros, dedicado al Sagrado Corazón, nos confiamos a su Amor en esta situación tan particular que mundialmente nos afecta a todos… por eso te invitamos a rezar “POR LOS QUE SUFREN, PARA QUE ENCUENTREN EN EL CORAZÓN DE JESÚS CAMINOS DE VIDA”.
Vamos a hacer una cadena oración…una cadena de unión de corazones, por que como ya hemos dicho, Madre Catalina nos quiso ver así: una familia unida…trabajando y rezando.
Por eso, les proponemos iniciar esta oración compartida cantando el Himno a Madre Catalina: “La semilla que sembraste”.
Leemos en el evangelio según san Mateo (Cap 11:28).
Jesús tomó la palabra y dijo:
“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.
Palabra del Señor…Gloria a Ti Señor Jesús.
Reflexión
La palabra de Jesús, como siempre es Buena Noticia que sale a nuestro encuentro y nos abraza con amor redentor. Jesús nos muestra que es “El mismo quien se da» a todo ser humano,a cada uno de nosotros, heridos y agobiados por el peso de esta realidad que nos toca vivir. Hoy, entre tantas dolencias e injusticias, vivimos a fondo el dolor de la enfermedad incierta, la desesperación de no tener trabajo, el vacío de la soledad, la angustia de tantos hermanos y hermanas que hemos desplazado al borde del camino. Pero… experimentado nuestra pobreza, hay un Corazón, el de Jesús, que nos dice “Vengan a mí los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré”. Una invitación que atrae nuestros corazones haciéndonos saber que ese es nuestro lugar, para ser amados y reparados, y para que se geste la nueva vida: la de anunciar el amor de Dios al mundo tal como lo soñó madre Catalina de María.
Las palabras de Jesús, son palabras profundas, llenas de sentido que penetran nuestra existencia y la hacen pascua para nosotros y para los demás. El Señor entre-nosotros nos ha mostrado lo más íntimo de su amor y relación con el Padre: su Corazón… y si lo miramos y contemplamos, vemos que en su centro está la cruz, su centro es la cruz.
El Señor no nos hace escapar o evadir la noche del dolor, ni mucho menos nos dice que nunca habría pasión en nuestros corazones. Al contrario la pone en el centro pero no para quedarse en sufrimiento del dolor sino para darle sentido, para abrazar todo lo que somos, lo que tenemos y nos falta, y desde allí con su fuego labrar, amar y reparar tal como lo hace el alfarero.
Así sabiéndonos heridos-sanados, amados-reparados seremos capaces de pasar de tener un corazón de piedra por uno de carne que sepa tener los sentimientos y el modo de proceder de nuestro buen Jesús.
Esta fue la experiencia de Catalina de María, mujer consolada y animada en los tiempos de gozo pero por sobre todo de dolor y prueba. Desde su experiencia acompaña y alienta como madre al decir en sus cartas: “(…) Nuestro Amo es y será su Cireneo y por consiguiente, todo marchará bien (…), y en otra dirá “ (…)nada tiene que extrañar porque la vida presente es de cruz y ese fue el camino que siguió nuestro modelo, Jesús. (…) Entréguese de un modo especial a Nuestro Amo (…) y Él le ayudará a llevar la cruz (…).
Este tiempo nos exige poner nuestro corazón en el Corazón de Jesús y abrir las manos de par en par, tal como hizo Madre Catalina. Asumiendo con creatividad y compromiso el ser otros “Cireneos”, dispuestos a ayudar a aquellos que más necesitan, ya sea con una palabra de compañía, un alimento para su mesa, o una oración para que el Señor nos dé las gracias que necesitamos.
Después de esta reflexión que acabamos de hacer, podríamos preguntarnos:
- ¿Busco los medios para encontrarme y dejarme encontrar por el Señor?
- ¿Cómo es mi oración? ¿Le permito al Señor que ame y repare mi corazón?
- ¿Con quien puedo compartir esta experiencia de amor?
- ¿A quienes puedo llevar en este momento una palabra de aliento, un gesto o ayuda concreta?
Vamos a poner nuestra confianza en el Sagrado Corazón, quien nos prometió estar presente en los distintos momentos de nuestras vidas.
Por eso a cada intención respondemos:
Corazón de Jesús, en Vos confío
- En mis alegrías y tristezas…
- En mis trabajos y proyectos…
- En las necesidades de mi familia…
- En mis debilidades y caídas…
- En mis enfermedades y dolores…
- En mis deseos de santidad…
- En la vida y en la muerte…
- En el tiempo y en la eternidad…
Nos consagramos al Sagrado Corazón.
Cantamos o recitamos el acto de consagración: Rendido.
- ORACIÓN A MADRE CATALINA
Le damos gracias a Dios por haber compartido esta oración como familia de Madre Catalina. Pedimos por la pronta canonización y por todos los que se encomiendan a su intercesión.
“Oh Dios que al inspirar a la beata catalina de María, la fundación de una familia religiosa, llenaste su corazón de celo por la salvación de las almas y nos dejaste en ella un ejemplo de humildad obediencia y caridad te rogamos complete tu obra glorificando en la iglesia entre los santos, por Jesucristo nuestro Señor, Amén.
Esta fue la Novena al Sagrado Corazón 2020!