Catalina de María Rodríguez(ecj)

Esta alusión a la letra del clásico Negro Spiritual nos da pie para hablar de la santidad. Ser santo no es ser perfecto. La santidad es amar a Dios y al prójimo pero también es dejarse amar por Dios y por el prójimo desde la propia condición, con límites y con caídas.

Ser santo no es caminar solo. Es andar con otros y para otros. Ser santos es salir del espacio de confort, es marchar detrás de las huellas de Dios sin medir, sólo confiando en su misericordia.

Desde la Córdoba del Siglo XIX los santos vienen marchando. Curiosamente en una época marcada por enfrentamientos políticos y sociales y con una espiritualidad basada en un dios castigador se destacan un grupo de mujeres y varones que se dasacomodaron y desacomodaron la historia marchando tras el Evangelio y conmovidos por el sufrimiento del prójimo. José Gabriel Brochero, José León Torres, Tránsito Cabanillas, José María Bustamante, Reginaldo Toro y Catalina de María Rodríguez entre varios, se animaron a ir más allá de las grietas y de las doctrinas. Movidos por la experiencia de un Dios misericordioso nos dejaron estilos audaces, novedosos y muchas veces incomprendidos. Hoy la Iglesia los presenta como modelos de amistad con Jesús y de donación al prójimo.

Catalina de María Rodríguez, fundadora de las Esclavas del Corazón de Jesús, tanto en su vida de laica como en su estado religioso, transgredió paradigmas llevada por la pasión por el Corazón de Jesús y la pasión por la Humanidad. Este año será beatificada y en sucesivas columnas marcharemos tras esta mujer que, entre otras cosas fundó la primera congregación femenina de vida activa en nuestro país.

Su ser y su hacer son un don de Dios a su pueblo peregrino que marcha hacia su encuentro.