06.08.20. Propuesta de reflexión del Área de Comunicación @MadreCatalina, Hnas. Esclavas del Corazón de Jesús. Entrega N° 1.
En Agosto estaremos poniendo luz sobre un tema clave y más en el contexto de la pandemia la “Reparación”. La propuesta es dejarse iluminar y profundizar acerca del carisma de Amor y Reparación, don y tarea para vivir el Evangelio como familia de Madre Catalina. Y compartirlo, para que el bien se multiplique y se contagie la creatividad reparadora.
Reparación es reconocer la realidad dañada tal cual es. En este Primer Viernes queremos profundizar acerca de nuestro carisma de Amor y Reparación, don y tarea para vivir el Evangelio como familia de Madre Catalina.
La reparación no es restituir un estado u orden previo. El daño recibido queda inscrito como parte de la historia de una persona o de un pueblo. No es posible una definición de Occidente sin contar con la Shoá, una definición de Sudáfrica sin considerar el Apartheid, una definición de los países latinoamericanos que no tome en cuenta las dictaduras militares con sus violaciones a los derechos humanos.
Igualmente, no es posible devolver la vida a quienes han sido asesinados, ni hacer que esa pérdida no atraviese la vida de sus seres queridos. Incluso cambiando la intensidad de los ejemplos, a las experiencias de rupturas más cotidianas, llegamos a la misma constatación.
No es posible que el traicionado o la abandonada en una relación en la que se había atrevido a amar, no tenga esa experiencia en su historia. No es posible que el niño maltratado o descuidado por sus padres viva como si no lo hubiese sido. No se puede hacer que no estén las palabras que han humillado, las relaciones que han dañado, las propias elecciones que han causado dolor a otros.
Reparar no es remendar. Es reconocer la realidad tal como fue, con el daño que ha producido, y elaborar lo padecido o lo hecho padecer en la memoria biográfica y social. La ruptura misma, si es auténticamente reparada, puede ser ocasión que posibilite mayor humanidad.
Entendido así, reparar se acerca más a recrear que a restaurar. (Carolina Montero Orphanopoulos aci, “Vulnerabilidad, reconocimiento y reparación” Pag. 136).
El Corazón de Jesús conoce mis heridas más profundas, pero necesita que yo las mire, las reconozca para poder repararlas. Necesitamos reelaborarlas desde el amor, desde la posibilidad que esta abre en mi historia, así esta realidad de dolor podrá ser fuente de nueva humanidad, de plenitud en mi vida.