Por Hna. Claudia Aimale ecj.

Recuerdo, cuando era chica, vivíamos en familia todos los acontecimientos de la pasión de Cristo con mucha devoción. Sin embargo, había algo que era muy particular de nosotros y que despertaba mucha ilusión: el sábado santo, mamá nos hacia levantar bien temprano para lavarnos los ojos con las primeras gotitas de agua que salían de la canilla, ella nos decía que eran benditas.

Cuando pasaron unos años, en ese tiempo donde la adolescencia nos pone cuestionadores y medio incrédulos, yo dudaba bastante que esas gotitas pudieran estar benditas, era medio mágico pensar a Dios bendiciendo todas las aguas al mismo tiempo. Hoy con unos años más de edad y habiendo vivido unos cuantos Sábados Santos, me doy cuenta que no había captado el sentido profundo de aquel gesto que ahora elijo hacer para que me ayude a transitar ese día que he querido llamar el día del “mientras tanto”.

Después del jueves y viernes santo, días cargados de sentimientos, de acción, de entrega, de gestos, llega el sábado…. Sin nada, vacío, con desconcierto, tan es así que cuentan los evangelios que los apóstoles andaban como pateando piedras queriendo volver a lo mismo de antes, desorientados sin el maestro que lo guiara.

En nuestra vida hay muchos días que son sábado santo, que son el mientras tanto de permanencia, de mantenerse en la esperanza, de no ver los signos claros ni experimentar con intensidad la vida. Por eso te invito a mirar hoy los mientras tanto de tu vida…
– Los que están después de la siembra (en los hijos, en el trabajo, en los emprendimientos…) hasta que salen los primeros brotes.

– Los que están desde que se toma una decisión hasta que la “cosa” se concreta.

– Los que aparecen cuando un imprevisto sacude tus planes hasta que podes volver a tomar las riendas en medio del galope.

– Los que están entre un quiebre y el rearmado cuando las cosas cambian.
… y ahora si! Humedécete los ojos con las primeras gotas de la mañana, que se lave tu mirada porque algo bueno y nuevo esta viniendo.