La segunda certeza del Corazón de Jesús es que jamás no dejará solos en los momentos de penas y tristezas. Cuando nuestros corazones están afligidos, Jesús nos invita a acudir a Él y encontrar alivio en su amor compasivo.
Sabor ácido y amargo: el sabor de la aflicción y la adversidad abierto a recibir regalos de consuelo y esperanza.
El sabor amargo como el del café y tantos otros alimentos nos conectan con los miedos más profundos, pero también con la capacidad de transitar los obstáculos. Lo ácido o agrio es el sabor al rechazo de algo fuerte que se siente con intensidad en el gusto, como las adversidades, la falta de ánimo, de sentido, de esperanza.
Cuando enfrentes momentos de aflicción, no olvides que Jesús comprende tus lágrimas y tus cargas. Él conoce tus angustias más profundas y está dispuesto a acompañarte en tu caminar. Recuerda que nunca estás solo en tu camino.
En el Corazón de Jesús encontramos una luz que ilumina nuestros momentos de oscuridad y nos impulsa a seguir adelante con confianza.
Jesús se convierte en nuestra ayuda y fortaleza. Su amor infunde la esperanza necesaria para seguir adelante, incluso cuando todo parezca perdido. Su mano siempre está extendida, lista para levantarnos cuando caigamos y darnos fuerzas para seguir luchando.
Que esta certeza nos inspire a vivir con valentía y esperanza, sabiendo que en Jesús encontramos la fuerza para superar cualquier adversidad que se presente en nuestras vidas.
¿Cuál es esa situación amarga o ácida que quisieras poner en Corazón de Jesús? Te leemos
Si te ineresa el tema, aquí la primera certeza del Corazón de Jesús.