Una semilla entre el clamor y la esperanza

Esta es la experiencia de Noelia Gualtieri hermana Esclava del Corazón de Jesús, Argentina y de Nancy Negrón hermana Misionera del Buen Pastor y psicóloga, Puerto Rico.

Ellas fueron invitadas por la CLAR –Confederación Latinoamericana de Religiosos- a vivir una misión latinoamericana y el caribe en la diócesis de Apartadó, al norte de Colombia, junto a unas 50 religiosas de familias religiosas diversas en una experiencia inter-congregacional, es decir, religiosas de distintos carismas interconectando y ofreciendo lo propio en una misma región, durante la Semana Santa 2025.

“Este lugar está marcado por realidades que poco conocemos o vemos a diario: violencia, migración, pocos recursos en salud y educación, falta de trabajo, droga, delincuencia. Como vida religiosa quisimos hacernos cercanos, hacernos hermanos con gestos muy sencillos pero profundos” relatan Nancy y Noelia.   

Un lugar de gritos y clamores de la gente del lugar. En este lugar estas dos mujeres abrazaron esta realidad dejándose “afectar” por el entorno, con una sensibilidad extra-ordinaria, es decir comprendiendo la singularidad de lo cotidiano.

Una y otra vez la hermana Noelia decía “aún estoy masticando lo vivido”, es la experiencia sencilla de “hacerse” en VIVO, en directo, testigos de esperanza, acogiendo el desafío de consentir que se tambalee la consistencia con la que enfrentamos la vida para orientamos en ese acontecer cotidiano. Con la cabeza y el corazón en el momento presente.

Hacerse testigo de esperanza ha sido para Noe y Nancy habitar esa incertidumbre, el desarraigo y la fragilidad como una “oportunidad”, que aviva el sentido del peregrinaje como estilo de vida, invita a ir más allá de lo conocido “De lo escuchado por parte de la familia visitada realizábamos una oración para concluir el encuentro”.  

“En las visitas a las familias nos sorprendió la manera cálida y afectuosa en la que nos recibían. Decidimos realizar nuestras visitas solo nosotras (sin acompañante del lugar), con el fin de que las personas se pudieran abrir sin miedo. Entendemos que esto facilitó que las personas pudieran compartir sus dolores, preocupaciones, los retos que enfrentan. 

En las visitas priorizamos a los enfermos, discapacitados, católicos y no católicos. 

Percibimos como un clamor, tanto en adultos como en niños, la necesidad de una presencia cercana de Dios, de ser escuchados. Ellos expresaban sorpresa y alegría al ser visitados.

Por otro lado, nos sorprendió la cantidad de niños y adultos discapacitados, también la realidad de ancianos postrados. En estos casos ninguno recibe ayuda del gobierno. Los cuidadores se convirtieron para nosotras en testimonio vivo del evangelio de Jesús.

Además, fue muy fuerte escuchar a los niños que sufren la cruz del hambre y a los adultos expresar la falta de trabajo. Percibimos que estos hermanos y hermanas necesitan experimentar la cercanía, el amor y la acogida de una Iglesia samaritana que les acompaña en el camino de la vida con delicadeza, ternura y esperanza”.

*Rosana Triunfetti. Comunicadora.

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