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Catalina y San Brochero, una historia de confianza y lealtad

“El Señor Cura don José Gabriel Brochero al proyectar la Casa de Ejercicios y el Colegio formó el propósito de que fuesen las Esclavas a servirlos. Ambos edificios construyó a expensas de la Providencia, con la ayuda de sus paisanos, pues él no contaba con otros recursos. Su industria para creárselos ha sido admirable…” Memorias

Bien podría llamarse “Historia de confianza y lealtad” a los caminos que tejieron Catalina de María Rodríguez y José Gabriel Brochero. También es destacable la actitud de Brochero de trabajar con la mujer al buscar una Congregación religiosa femenina que apenas llevaba 5 años de fundada en un estilo de consagración que abría caminos en Argentina, y también el trabajo que ambos hacen por la mujer abriendo y atendiendo un Colegio de Niñas, cuando en la época no se pensaba en la educación de ellas.

Catalina y Brochero se conocieron en la Casa de Ejercicios de Mercedes Pinto, la única de la época en donde un Brochero seminarista hacía los ejercicios atendidos entre otros laicos, por Catalina quien tenía el Sueño de fundar, una Comunidad religiosa al estilo de los jesuitas, pero en mujer. La epidemia del cólera en 1867 los vuelve a unir atendiendo, sepultando y consolando a sus víctimas.

Cartas

No son muchas las cartas que hay entre ellos, pero se descubre a través de otras, que ambos envían a diferentes personas que había un trato asiduo, amistoso y hasta cómplice entre ambos. En las que se envían mutuamente hay una preocupación por la situación de las hermanas de la Villa del Tránsito, los puntos de vista sobre el rol de una puerta que unía la Casa de Ejercicios y la comunidad, la insistente invitación de Brochero para que Catalina visite la Villa y las premiaciones en el Colegio de Niñas.

Éstas últimas son las causales de diferencias y aparentes discordias aunque todas terminan con un saludo afectuoso y expresiones de mutua estima, bastante inusuales para la época entre personas de diferente sexo y más aún, consagrados. En una de ellas Brochero le dice a Catalina:
“No olvide que yo la quiero mucho a usted, a su Congregación y a las hermanas del Tránsito”.
Hay una carta en la que Catalina le pide ayuda para fundar en Santa Fe y La Plata acudiendo a él “Por el respeto y honorabilidad que despierta” y Brochero le responde que “hará cuanto pueda pues la aprecia mucho”.

En una carta al Padre Bustamante, Brochero le expresa el afecto por las Esclavas y que no se equivocó en buscarlas a ellas para atender la Casa de Ejercicios y el Colegio de Niñas:
“Maté dos pájaros de un tiro y me cumplieron al pie de la letra”. En una carta dirigida a Catalina le dice que “no se olvide que la quiere mucho y que la ayudará a ella y a las hermanas en lo que necesiten”.

La gran aventura 

Este trato mutuo tuvo la primera muestra con Fundación de la Comunidad en 1880. La Congregación que abría camino en su estilo en Argentina se estaba formando, cualquiera de las hermanas no tenía más de 6 años de vida consagrada, Catalina no lo conocía demasiado a Brochero, tampoco el lugar a donde debían ir las primeras Esclavas, sin embargo envía 16 hermanas en una loca aventura de cruzar las Sierras a caballo. Igualmente el Cura confía en esa naciente familia Religiosa y se ocupa de que tenga el mayor bienestar material y espiritual en la nueva casa.

En 1888, Brochero hace una declaración ante Escribano de los inmuebles que recibió o compró con limosnas y se destinaron a la Casa de Ejercicios, el Colegio de Niñas, la casa del Capellán y otros bienes para su mantenimiento. Allí expresa su decisión de dejar esos bienes a la Congregación de las Hermanas Esclavas, señalando explícitamente que el Obispado de Córdoba no puede darle otro destino al expresado por su voluntad.

En 1897, ya fallecida Catalina, en el almuerzo de “Día Clásico” que celebraba los 17 años de la llegada de las hermanas a la Villa Brochero expresa lo siguiente:
“Brindo y tomo este trago de vino por el 17 aniversario de la Fundación de esta casa, para que siga dando los frutos que hasta ahora ha dado, por la Esclavas del Corazón de Jesús y por las niñas que se han educado en este Colegio”. Esta confianza material tiene un marco mayor que Brochero expresa en la mencionada Carta a Catalina en la que dice: “Haré siempre lo que pueda por la Congregación de su Instituto…no olvide que yo quiero mucho a sus Esclavas”

Confianza mutua entre ambos, ella envía a sus primeras hijas a un lugar que no conocía y de geografía ruda y él cuida a las hermanas y les deja los bienes para que los administren y sostengan la obra.

Confianza, nobleza y lealtad entre un sacerdote y una religiosa. Buenas actitudes tan antiguas como el hombre, muy recomendables para pastorear con el estilo del Corazón de Jesús. Los dos habían bebido de la fuente de la espiritualidad ignaciana en donde la Gloria de Dios está por encima de los intereses humanos.

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