Palabras de agradecimiento por la beatificación de Madre Catalina de María
“Sean agradecidos” nos recomienda san Pablo (Col 3, 15). Haciéndonos eco de la recomendación del apóstol, queremos hoy agradecer a Dios nuestro Señor por el don precioso de la beatificación de la Madre Catalina de María. Don que hace resonar fuertemente en nuestro corazón el llamado a la santidad que el mismo Dios nos hizo el día de nuestro bautismo.
Queremos agradecer también a nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, que ha querido inscribir esta admirable mujer, Catalina de María Rodríguez, en el número de los beatos, siendo de esa manera instrumento privilegiado de la gracia que el Señor ha regalado a la Iglesia que peregrina en Córdoba y de modo especial a la Congregación de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús que la venera como su Fundadora.
Le agradecemos a usted, Sr. Cardenal Angelo Amato, el haber presidido esta Eucaristía y el haber proclamado en nombre del Santo Padre a Madre Catalina de María como nueva beata. Le estamos íntimamente reconocidos también por su homilía que nos ha ayudado a ahondar en la experiencia espiritual y eclesial de esta insigne mujer cordobesa.
Agradezco a los hermanos Cardenales, Estanislao Karlic y Luis Villalba, y a los Obispos presentes que nos han acompañado en este importante acontecimiento, por este testimonio de comunión y de caridad fraternal.
A (la Sra. Vicepresidenta de la Nación, al Sr. Secretario de Culto de la Nación y a) las (demás) autoridades nacionales. Al Sr. Gobernador de la Provincia, al Sr. Intendente Municipal de Córdoba, a todas las autoridades provinciales y municipales. Nuestro reconocimiento por todo el apoyo y la ayuda recibida para concretar esta hermosa celebración.
Nuestro agradecimiento a las Hermanas Esclavas por el esfuerzo de dar a conocer la personalidad y la obra de su Fundadora y preparar así a la comunidad para recibir esta gracia. A todos los sacerdotes, consagrados y consagradas, laicos y laicas que han colaborado en todos los detalles organizativos de esta celebración. A los servidores y voluntarios que han contribuido para esta fiesta.
A todos nuestros hermanos en la fe que desde diferentes latitudes se han sumado a este acontecimiento: a los que han venido desde la Madre Patria, España, desde Benin en el África, desde la hermana república de Chile y desde la lejana isla de Pascua, a todos los compatriotas miembros de las distintas iglesias locales hermanas de la Argentina. ¡Muchas gracias por su presencia y su fraternal compañía!
La beata Catalina de María Rodríguez intercede generosa e incansablemente por todos nosotros y nos desafía a todos, especialmente a sus hijas las Hermanas Esclavas, a seguir sus huellas sin reparar en las dificultades, sino confiando en el amor misericordioso de Dios que se nos muestra en el Corazón adorable de su Hijo y nos mueve a servir a nuestros hermanos, especialmente los más frágiles y los más alejados.
“Yo lo puedo todo en aquel que me conforta”, nos dice san Pablo (Fil 4, 13). Animados por el testimonio del incansable apóstol de Jesús, “lancémonos hacia adelante, hacia la meta, hacia el galardón de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús” (cf. Fil 3, 13-14), allí donde llegó Madre Catalina de María. ¡Que el Señor en su bondad nos lo conceda! Que así sea.
+ Carlos José Ñáñez
Arzobispo de Córdoba