La Hna. María Silvia Fiorentino, Superiora General de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, realiza una semblanza de la sierva de Dios con su obra apostólica y herencia espiritual.
Relato de la vida de Catalina de María Rodríguez, Hna. María Silvia Fiorentino, Superiora General de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús Josefa Saturnina Rodríguez nace en Córdoba (Argentina), el 27 de noviembre de 1823; hija de Hilario Rodríguez Orduña y Catalina Montenegro y Olmos. Siendo pequeña perdió a sus padres y, junto a sus tres hermanas, fue criada por sus tías abuelas; es por ellas que conoció la espiritualidad ignaciana ya que con otros laicos, sostenían la obra de los Ejercicios Espirituales en ausencia de los jesuitas, al ser expulsados de América.
A los 17 años hace sus primeros Ejercicios Espirituales, donde siente el deseo de consagrarse a la vida religiosa apostólica, pero en el país sólo existían conventos de clausura. Se dedica entonces a promover y sostener la obra de los Ejercicios. En 1852 contrajo matrimonio con el coronel Zavalía, viudo y padre de dos hijos pequeños.
En los trece años de su matrimonio, es modelo de esposa y madre; madre biológica primero, engendra una hija que se muere al nacer, y madre del corazón siempre. Fue también una laica comprometida con su medio y con la Iglesia. Al quedar viuda en 1865 renacen las aspiraciones de su juventud, pero ya no de modo personal, sino formando una comunidad que siguiera las reglas de san Ignacio con el objetivo de ir en ayuda de lo más herido de la sociedad cordobesa de entonces.
A esa inspiración la llama Sueño Dorado. Después de siete años de lucha, contratiempos, oscuridades, con la ayuda del presbítero David Luque y del padre José María Bustamante, SJ, el 29 de septiembre de 1872 funda el Instituto de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, primera Congregación de vida apostólica de la Argentina que con el lema “Amor y reparación”, tiene como misión propagar el culto al Sagrado Corazón de Jesús y la Evangelización, que hasta nuestros días, se concretiza en Casas de Ejercicios Espirituales, Colegios, Hogares y Centros de misión.
En 1880 comienza la expansión del Instituto, siendo la primera casa en Traslasierra, por pedido de San José Gabriel del Rosario Brochero. Murió en Córdoba el 5 de abril de 1896, domingo de Pascua, dejando a su querido Instituto este legado: “Les recomiendo la paz, la obediencia y la santa caridad”.
Hoy con la herencia de su impronta y recorriendo su obra un siglo después, podemos decir que superó obstáculos casi insalvables para la época que le tocó vivir, abrió caminos y posibilitó vida nueva desde la educación, evangelización y catequesis y la promoción de los ejercicios espirituales ignacianos como un medio privilegiado de humanización y dignificación. Catalina de María Rodríguez una mujer apasionada por el Corazón de Jesús y por la Humanidad. Por eso hoy decimos “Catalina es de Todos”.