Sonia Navarrete ecj.
Si buscamos los orígenes de “itinerante”, encontraremos que está relacionado con la acción de viajar, con viajero y hasta con el camino o hasta con la organización de ese viaje (itinerario)
El itinerante es una persona que va de un lugar a otro, por distintos lugares, su desarrollo está ligado incluso a este cambio porque el desplazamiento es necesario para el trabajo encomendado. El itinerante no es un vagabundo, tiene un lugar de referencia, un objetivo claro, una intención definida.
Surgió esta palabra para describir este modo de presencia que vivimos, nuevo para nosotras, un poco más habitual en otros lugares. Incluso hasta diría que no es tan nuevo, porque la vida religiosa se caracteriza por esta itinerancia. Cada cierto tiempo, las Hermanas cambiamos de lugar, de comunidad, de actividades, de personas conocidas. Nos vamos moviendo según distintas necesidades, vamos disponiendo el corazón para la misión en otro lugar, para compartir vida con otras hermanas y crecer con otras personas.
Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús junto a la comunidad del Instituto Divino Corazón, Buenos Aires.
La comunidad itinerante supone estas características y algunas otras como el camino andado en comunidad, no es solitario. Es una comunidad que vive en un lugar y emprende la marcha hacia otro, donde llama la misión, quien nos necesita.
Cuando una de las hermanas de Santa Fe recibió la propuesta de participar en la pastoral del Colegio Divino Corazón de Buenos Aires, hablamos en comunidad y vimos que sería viable realizar esta misma tarea con la participación de las cuatro Hermanas. Surgió una nueva manera de vernos, ubicarnos. Les cuento mis impresiones y recuerdos.
Sentí que ardía mi corazón.
El recuerdo de aquel día sigue haciéndome sonreír, la idea loca de ir juntas. No solas, cada vez. No de a una… sino en comunidad. Comenzó allí una experiencia enriquecedora de crecimiento y renovación de mi vida religiosa. La misión en Santa Fe es hermosa con el colegio y el Hogar, todos los días hay nuevas ideas y nuevos modos de responder a las necesidades. Te hace que tengas el corazón abierto. Será por eso que aquel día dije sí rápidamente al tener una perspectiva de lo que sería nuestro aporte comunitario.
Ardía mi corazón cuando comenzamos a comunicarnos con el Colegio de Buenos Aires, no tenía idea de lo que haríamos, sólo que íbamos con mucho consuelo y dispuestas. Ardía cuando nos dieron la lista de acciones que nos proponían. Teníamos dos días con visitas a diferentes momentos. Al principio con timidez y luego con más energía nos fuimos ofreciendo. Me pregunté a dónde podría ser más útil. No sabía ya casi nada de la realidad de Buenos Aires y quedaba poca gente conocida.
Ardía mi corazón cuando comenzamos a preparar los distintos momentos, cada una confiando lo que tenía encomendado, confianza, hermosa palabra, especialmente cuando en verdad se vive.
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