Entrevista a Hna. Valeria González ecj. / Rosana Triunfetti Comunicación Instituto Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús.
Desde el 3 de febrero Valeria González ecj. Hermana Esclava del Corazón de Jesús, está en Roma, cursando desde el 9 en la Universidad Pontificia Gregoriana (Roma), el Diplomado de Protección de menores, que trata integralmente la protección, la prevención y la creación de ambientes sanos y seguros para los menores.
Dialogamos con ella para conocer más sobre el tema:
Hermana primero podrías contarnos dónde estás viviendo, su entorno.
Actualmente me estoy alojando en la comunidad de las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José, entre las cuales hay algunas hermanas argentinas.
Respecto a la dinámica formativa, cuéntanos como está conformado tu grupo, cuántas horas de cursado, el entorno institucional.
En el Diplomado somos 23 alumnos, la mayoría perteneciente a países de América Latina y algunos de procedencia latina que están viviendo en Europa y dos compañeros europeos.
Es una experiencia muy rica del aprendizaje, sí bien ya había tenido una primera preparación con un curso de Formadores en Chile y después el Diplomado en México (4 semanas), en esta oportunidad se trabaja con mayor profundidad, leyendo materiales editados y algunos que no han sido publicados y pertenecen a la universidad. Con esos materiales vamos comparando en nuestro contexto cultural de origen.
Vamos elaborando, analizando distintas alternativas de trabajo y las compartimos con el grupo de compañeros. En ese sentido es un aprendizaje muy dinámico, porque no solo se trata del estudio, de la escucha de la lectura, sino que hay también elaboración personal.
El tema del abuso sexual en la Iglesia es de gran sensibilidad social, ¿Cómo lo abordan en el curso?
En todo el tema del abuso sexual, nos remite a un tema más profundo que es el abuso de poder, que está mucho más presente en la Iglesia de lo que lo tenemos declarado. Esto nos lleva a analizar situaciones sistémicas que no favorecen a tener ambientes sanos y seguros para todas las personas, sobre todo donde podamos vivir una cultura del buen trato.
¿Sientes que la Congregación ha asumido una opción comprometida socialmente con esta problemática?
Como congregación nosotros vamos descubriendo -algunas estamos más implicadas en este tema- pero seguramente como suele pasar, se va difundiendo desde un grupito hacia el resto del Instituto. Con una mirada de la reparación que tiene una aplicación directa y práctica hacia las víctimas de abuso sexual, justamente como personas vulnerables de este tiempo, a las cuales nos toca atender.
Por eso mismo en algunas diócesis estamos trabajando, colaborando con las comisiones diocesanas para la protección de niños niñas adolescentes y adultos vulnerables.
¿Cuál es tu mirada hacia adelante?. Porque haciendo un relevamiento comunicacional vemos que son muy pocos los sitios web eclesiales que ofrecen un acceso para realizar denuncias.
Considero que como Iglesia todavía nos falta bastante tomar conciencia que este tema de la prevención no es un agregado a la evangelización o a la Pastoral. Cuando nosotros hacemos una verdadera Pastoral estamos también previniendo, estamos creando ambientes donde la dignidad de la persona es respetada, eso es lo que le llamamos la cultura del buen trato. Y justamente los ambientes donde no se da este tipo de cultura, son propicios para cualquier tipo de abuso de poder, de conciencia y por supuesto también el abuso sexual.
Esperamos seguir trabajando como Instituto, aterrizando estos contenidos en nuestra propia realidad congregacional, en cada una de nuestras comunidades, teniendo en cuenta que trabajamos mucho con niños, niñas y adolescentes.
También poder prestar un servicio en cada una de nuestras Iglesias, siendo como levadura en la masa, llevando este mensaje a todos. Porque es el gran desafío de este tiempo, que nos está interpelando a una verdadera conversión pastoral.