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Catalina y Brochero. Comedor Cura Brochero en Mendoza, donde el santo “deja su música”

Comunicación @MadreCatalina

El Comedor Cura Brochero del Colegio Sagrado Corazón, abrió en Mendoza en junio del 2017, mes del Sagrado Corazón, año de la canonización del Santo Cura Brochero. Una obra para gente de la calle y del Hospital Central de Mendoza.

Hospital Central de Mendoza.

En marzo 2018 se terminó la obra de la cocina, comedor y tres meses después se habilitaron todas las habilitaciones de la casa para que la gente pueda comer, bañarse y lavar su ropa; desde entonces todos los días, incluso en época de vacaciones, se sostiene gracias a voluntarias y colaboradores de una obra con impronta “Catalina brocheriana”.   

Como si el Santo Cura Brochero hubiera multiplicado aquí sus brazos, sus pies, su corazón, en la actualidad 12 personas tienen un plato de comida de lunes a viernes, baño, lavarropas donde le lavan la ropa mientras ellos comen, y un tiempo de charlas mientras almuerzan con las voluntarias, para fortalecer el corazón.

“Todos los hombres somos de Dios en el cuerpo y en el alma” (Brochero, Carta al Romualdo Recalde, 06.10.1910)

Gisela, voluntaria, cuenta que este emprendimiento nació como una necesidad del colegio de una misión, “Teníamos el Hospital Central a solo dos cuadras del colegio que es el que nuclea la salud estatal de Mendoza, San Juan, San Luis y otros departamentos cercanos. Ya habíamos pasado las navidades y año nuevo con ellos, visitas con los chicos del colegio y veíamos gente durmiendo en los pasillos, que no tenían donde higienizarse, lavar su ropa, esa fue la chispa que encendió esta obra”.   

Gisela, Ángeles y Gabriela, voluntarias del Comedor Cura Brochero.
“Dios es como los piojos: está en todas partes, pero prefiere a los pobres.”

Inés, se encarga de la gestión de donaciones y de organizar los recursos humanos. “Tenemos un equipazo, muchas mamás del colegio que nos organizamos de lunes a viernes de acuerdo a los horarios de cada una dentro y fuera de sus casas. Ellas colaboran con nosotros, haciendo la comida, en servirles, conversar con ellos preguntándoles cómo están sus enfermos y también se sumó una psicóloga que es un gran aporte”.

Contamos con donaciones de alimentos no perecederos, de los papás del colegio, y muchas personas externas que también nos hacen llegar donaciones; un carnicero que en agradecimiento a madre Catalina por haberlo ayudado, nos dona carne cada semana, y eso nos sirve muchísimo. Nosotras igual vamos viendo qué nos hace falta y lo informamos en los distintos cursos”.

“Creo que madre Catalina nos inspiró cómo lo hizo ella con las mujeres de la calle, nosotros veíamos a los familiares de la gente internada en el hospital que muchas veces no tenían a dónde ir, dónde sentarse un rato, relajarse, distraerse, y comer algo calentito, o desenchufarse un poco de todo el problema que llevan sobre sus hombros, algunos hace más de nueve meses que tienen familiares internados”.

“Promover el hombre aquí en la tierra pero con la vista fija en el cielo.”

Ángeles, voluntaria, dice que no faltaron momentos de providencia del Sagrado Corazón de Jesús, de Madre catalina y el Cura Brochero, “Son 12 personas, a veces 14 o 15, porque cuesta sostener en el tiempo. Trabajamos con acción social del Hospital Central que reparten los baucher a la gente que está en el Hospital Central mínimo dos meses, algunos nueve meses. Ellos vienen con el voucher al comedor y nosotros ahí los invitamos a almorzar con nosotros, es gente que tiene necesidad no solo económica, sino espiritual”.

Además, dice Ángeles, cuando uno les cuenta la obra, vamos evangelizando poco a poco,  porque si bien la gestión del colegio es laica, las Esclavas están muy presentes en la obra. Tengo gratitud a madre Catalina y a las Esclavas que marcan este camino de dar; siento alegría, no quiero dejar de hacer esto y que me encanta que se sume gente que sientan lo que siento que yo”.

“La gracia de Dios es como la lluvia que moja a todos”

Rocío, voluntaria los jueves. “Apoyo a las madres voluntarias, y lo hago con mucho amor porque a mí siempre me apoyaron. Apoyo a Mirta la cocinera, a limpiar, me siento muy contenida, muy bien. Yo trabajo pero los días jueves estoy acá y la Madre Catalina me ayude para que pueda estar cada semana”.

“Jesús convida con un modo suavísimo, con palabras dulcísimas a seguirle y ponerse bajo su bandera”

Ivana, voluntaria, coordinadora de las voluntarias. “A mí me aporta alegría, me voy agradecida, siento que doy de mi tiempo, mi oído, mi hombro, el poder escuchar y contener a veces a personas con situaciones que uno no se imagina que pueden llegar a pasar. Cuando surgió esta propuesta me propuse ofrecer un tiempo de calidad, por eso elegí un día de la semana, donde hago los llamados por teléfono para coordinar con otras voluntarias, buscar alguna donación. Es muy poco para lo que uno después siente y se lleva. Para nosotros lo poquito que nos dan se convierte después en una rica comida, en un rico postre, queremos que se sume mucha gente más todavía, agradecemos que nos permitan estar en esta obra, recemos mucho para que continúe”, dice Ivana.

“En la cruz está nuestra salud y nuestra vida, la fortaleza del corazón el gozo del espíritu y la esperanza del cielo”.  

Mirta la cocinera cuenta el menú del día: primer plato con cabello de ángel, carne al horno con guarnición, con una ensalada rusa y un escabeche de tronquitos de acelga, postre arroz con leche y la bebida jugo.

Ella es la cocinera para los 12 comensales y dice “Me encanta y lo hago con mucho amor y me gusta que a la gente le guste, y eso es una gran satisfacción. Que la gente se vaya contenta, hay gente que me ha agradecido porque desde el día anterior no comía. Esos días de vacaciones me extrañaron, cuando volví todavía tenían sus pacientes internados y me decían “extrañamos su sopa”. Les hago postres: budín de pan, gelatina, flanes o postres, es variado. Y para las personas en terapia viene una persona a buscar las viandas que preparamos especialmente”.

Al comedor Cura Brochero, el santo cordobés amigo de Madre Catalina, les dejó su música, “Aquí vengo a darles mi música” decía cada vez que visitaba las casas de la gente del lugar.

*Las frases son del Santo Cura Brochero.

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