8 de Noviembre de 2019. Por Comunicación @MadreCatalina desde la Isla de Pascua (Chile).
Solange Ramos Sánchez es de Buin, lugar cercano a Santiago de Chile, César Quintana su esposo oriundo de Santiago. Casados desde hace 14 años, dejaron el continente para misionar en la Isla de Pascua con sus dos hijos de 10 y 12 años.
Llegaron a la Isla hace tres años, el 28 de febrero de 2017, para servir en un Colegio en el ámbito pastoral. César como profesor de Religión y Solange como asistente de segundo básico (niños muy pequeños), y apoyando a la Pastoral.
César está feliz, dice que su espíritu misionero lo lleva en el ADN, se formó en una casa misionera, de un lugar a otro, hasta que nació la posibilidad de Rapa Nui, y emprendieron la decisión de armar su casa a más de 3 mil kilómetros del continente.
Vivir con lo necesario con su familia les da libertad para construir la historia desde lo que te regala el propio lugar y su gente. De nuestra casa, a Rapa Nui, y de ahí a Isla Grande de Chiloé. Viviendo con lo fundamental, “si tenemos una casa propia, pero nos da libertad el no aferrarse a las cosas materiales y que nuestros niños vean que no es tan difícil; despojarnos te hace volar con más facilidad.”
Sin embargo reconocen que la Isla es bella y con buena prensa, pero con un choque cultural “fuerte y doloroso” que desafía a un trabajo paciente y sacrificado.
“Aquí el choque cultural es fuerte, hasta me afectó a la salud, por cómo vive la gente aquí”, mientras Solange lo ve en el trato con la mujer y la soledad de los niños, “la cultura es fuertemente machista, a la mujer Rapa Nui hay que darle más importancia, necesita acompañamiento por el grado de violencia naturalizada por la cultura. Los niños pasan mucho tiempo solos, así que la labor en el colegio también es acompañar a esos niños.”
La hermana Silvia Somaré ecj. De misión en la Isla de Pascua, dialogó con el matrimonio chileno quienes abrieron el corazón para contar sentimientos y expectativas de esta elección de misionar tras las pistas que Dios va dejando en su historia.
Eligen el Testimonio
Están convencidos que la misión es posible por el testimonio, dentro y fuera de la familia. En el colegio con el testimonio de vida, “que los que miran encuentren en nosotros algo de Dios- dice Solange-, en la catequesis familiar en la parroquia, con los jóvenes, pero también con los propios hijos, a quienes les damos a conocer lo que sentimos y creemos, los guiamos para que ellos decidan qué camino van seguir”, afirman ambos.
César sueña con una Pastoral Juvenil renovada “reencantarme con una Pastoral Juvenil con características continentales, y metodologías pastorales nuevas que renueven la vida de los jóvenes”.
Solange sueña junto a los sueños de César y lo asume con naturalidad “Yo me preocupo para que se haga lo que César sueña. Yo lo conocí así, y hoy mi expectativa es confiar en la Divina Providencia, para hacer posible sus sueños; confío para que mis hijos y muchos jóvenes sean misioneros.”
La misión continúa y el próximo destino es pasar del calorcito de Rapa Nui, al frío del sur de Chile, a la Isla Grande de Chiloé, (Isla principal del archipiélago del mismo nombre, que se encuentra en el sur de Chile).
La tarea, dice César es “descubrir la voluntad de Dios, quien coloca las pistas por donde transitar. Ahora vamos a volar con otro destino, podemos hacer bien a muchos jóvenes y niños. Somos felices porque vivimos la libertad, porque colocamos a la persona de Jesucristo en el centro de nuestra vida matrimonial, eso es lo que nos fortalece en la misión evangelizadora”.
“El amor se construye con la historia, con un proyecto común se superan las dificultades. Somos uno y ahí vamos integrando a los niños para salir del continente y volar a otras culturas” completa la santa misionera de la puerta de al lado.