04.06.2020. Comunicación @madreCatalina junto a las anónimas Santas de la Puerta de al lado.
Experiencia en tiempo de pandemia: acompañar desde la generosidad y el silencio
En ocasiones podemos encontrarnos con personas que actúan de manera silenciosa y casi invisible a muchas miradas humanas, llevando a cabo gestos de amor con los más vulnerados y aislados de nuestra sociedad.
El actual contexto de pandemia y aislamiento social permite conocer la experiencia de una Santa de la Puerta de al lado que acompaña anónimamente las diferentes realidades de vida de personas migrantes.
Desde su profesión como Docente Universitaria, dedicada al estudio de la sociedad e historia de los pueblos africanos, forjó vínculos con personas provenientes de Senegal, quienes se desempeñan como vendedores ambulantes en distintos puntos de la ciudad. Como tantos otros, ante la imposibilidad de llevar a cabo su trabajo, se encontraron con las múltiples dificultades que la pandemia deja a su paso.
Frente a esta situación se logró tender una red de manos solidarias para brindar contención y respuesta a las necesidades más urgentes. Como una testigo silenciosa del amor que nos enseña a vivir Dios, esta Docente propuso a personas particulares donar alimentos y dinero, con la invitación de dar “no lo que sobra sino lo que se dispone para vivir”.
Con la fuerza de este tejido de generosidad y luego de variadas solicitudes, consiguió correr el velo que muchas veces invisibiliza y oculta a las personas “migrantes y negras”. Así, logró que determinados organismos estatales implementen medidas concretas para responder a la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra gran parte de los migrantes provenientes de África.
Redescubrir el valor de los afectos
El testimonio de esta Santa de la Puerta de al lado describe que los desafíos de cada momento han revelado el verdadero lugar de la felicidad y el sentido de la vida. Ellos no se encuentran en los entretenimientos individuales o a través de bienes materiales, sino que se descubren en la presencia y compañía de los afectos.
Como expresó el Papa Francisco, las realidades de este tiempo nos recuerdan que estamos todos en la misma barca, frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo importantes y necesarios, llamados a remar juntos para confortarnos mutuamente[1]. Cuando la historia nos presenta grandes pruebas, con horizontes teñidos de incertidumbre y temor, las presencias solidarias y silenciosas logran devolver esperanza y confianza.
[1] Bendición “Urbi et Orbi” del Santo Padre Francisco. Momento Extraordinario de Oración en tiempos de epidemia. 27 de marzo de 2020.