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Gracias especiales. “Nuestro mayor milagro luego de siete pérdidas, es la vida de Enrique y Federico”

Testimonio de la Gracia recibida de la Madre Catalina. María Elvira del Valle Raimondo de Salmerón (Marita) nacida en San Miguel de Tucumán el 26/12/1948 (68 años).

Entrevista: Equipo Comunicación y Prensa Madre Catalina.

“Siempre consideré que nuestro mayor milagro luego de siete pérdidas e intentos de concretar el sueño de ser padres, es la vida de Enrique y Federico. Ambos llegaron a feliz término el 5 de Abril, día en que honramos a la Madre Catalina; y no tenemos dudas de su maravilloso regalo e intercesión. Siempre le confío la vida, la salud y la protección de mis hijos a su voluntad; pienso en las chicas, que como yo, desean ser madres y aún no conocen a la Madre Catalina. Qué bueno sería que la conozcan y puedan confiarle este deseo”.

¿Cuántos años trabajaste en el colegio de las Hermanas Esclavas de Tucumán? ¿Cuándo conociste a Madre Catalina?

Me eduqué en el Colegio de las Hnas. Esclavas del Corazón de Jesús en la escuela Primaria y Secundaria. Allí conocí a la Madre Catalina de María Rodríguez. Desde muy pequeña, me interesó su vida, su historia, su fuerza, su tenacidad para lograr sus ideales y su profunda espiritualidad y confianza en el Sagrado Corazón de Jesús.

En el Colegio nos supieron transmitir sus virtudes, a las que nos incentivaron a imitarlas. Luego fui creciendo y aprendí a admirarla, y más tarde a mostrarla a mis alumnas como un ejemplo a seguir.

Una vez recibida de Maestra Normal Nacional en Diciembre de 1965, comencé mis estudios de Ciencias de la Educación y mi mayor deseo fue poder ejercer la docencia en el colegio donde estudié y que consideraba mi segunda casa.

Este sueño se hizo realidad el 30/03/1969 cuando después de concursar el cargo, logré ingresar al plantel de docentes como maestra de 6° grado. Trabajé 25 años hasta el año 1993, año en el que después de un largo discernimiento opté por continuar creciendo en mi carrera docente, asumiendo como Directora del Colegio Don Orione, en el que me jubilé en el año 2007.

Siempre continué con una estrecha relación con la comunidad religiosa y docente del Colegio de las Hnas. Esclavas del Corazón de Jesús, al cual continúo considerando mi casa. La casa en que me crié, me formé, en la que crecí física, espiritual e intelectualmente. La casa a la que, después de mis padres, le debo todo lo que soy.

Tuve la gracia de Dios de contar con grandes educadoras religiosas que, a la imagen de la Madre Catalina, supieron inculcar en nuestras mentes y corazones los valores cristianos que impregnaron y marcaron nuestras vidas.

¿Qué faceta de Madre Catalina te cautivó y acompañó más a lo largo de tu vida?

La faceta que siempre tuve presente y que hasta hoy me sigue motivando de la Madre Catalina es su fortaleza para superar los problemas que la vida le presentó. Siempre me impactó como fue enfrentando los problemas que la vida le fue planteando. Primero como esposa, luego en su viudez, con una gran actitud, superando todos los contratiempos que se le presentaron, hasta poder concretar su “si” al llamado que desde muy joven sintió. Fue fiel a ese llamado, ella presentía que su misión sería fecunda.

Esta fuerza me sirvió de ejemplo en muchos momentos y situaciones que la vida me fue presentando.

¿Cómo fue tu “milagro” esa gracia grande que recibiste de Madre Catalina?

Principalmente y después de casada con Ángel Daniel Salmerón (15-01-72) desde mis 23 años sentía el enorme deseo de ser mamá. A los tres meses de habernos casado quedé embarazada por primera vez, ese embarazo se frustró al tercer mes. Después de estar internada e intentar todo lo que la medicina me pudo brindar en esos años (1972), perdí a mi primer hijo.

Después de esto se sucedieron dos intentos más en iguales circunstancias. Pasado un tiempo de tratamientos intensivos, quedé embarazada por cuarta vez. Ese embarazo pude completarlo hasta el noveno mes, tuve que hacer reposo absoluto, nueve meses en cama, sin levantarme por ningún motivo.

Creíamos que ya llegaba todo a feliz término, pero es no ocurrió. El bebé nació asfixiado con tres vueltas de cordón umbilical. Fue la peor experiencia de mi vida. Mi esposo y yo estábamos desolados y creíamos que nunca íbamos a poder ser padres.

Pasó largo tiempo hasta que por fin pude quedar embarazada nuevamente en 1976. Yo llevaba ya años trabajando en el colegio. Las Hermanas Esclavas me dieron una reliquia de la Madre Catalina y me animaron a confiar en ella. Yo pedí que me ayudara con todas mis fuerzas y una gran fe.

Esperábamos ese bebé para Mayo de 1977. Yo siempre con la reliquia de la Madre Catalina en mi vientre, pero las cosas se fueron complicando y el médico nos anunció que no se podía esperar más, por el riesgo que corría y que me debía hacer la cesárea, por esto mi hijo mayor Enrique Gustavo nació el 5 de Abril de 1977, día que en el colegio honrábamos a la Madre Catalina. Nuestro gozo y agradecimiento fueron indescriptibles. Enrique nació con 2,600 kg a los 8 meses de gestación.

Para nosotros y sin duda, supimos que la Madre Catalina había intercedido ante el Señor para que este sueño se haga realidad. Desde ese momento nuestro reconocimiento y agradecimiento fueron inmensos.

Pasaron los años y Enrique crecía sano y fuerte e intentamos darle un hermano. A los tres años quedé embarazada por sexta vez, pero una vez más, ese intento se frustró a los ocho meses de gestación a pesar de los cuidados que tuvimos.

Nuevamente el dolor y la desilusión nos invadió, pero esta vez Enrique nos sacó adelante con su alegría y dulzura. El médico nos sugirió esperar algún tiempo para intentar nuevamente. Enrique ya tenía 9 años y el Señor permitió que por séptima vez quede embarazada. La medicina había avanzado mucho ya que se contaba con elementos importantes como la ecografía, el monitoreo fetal, el dosaje de estriol, etc.

El embarazo se desarrolló normal hasta el sexto mes, allí comenzaron los problemas. El médico indicó que a partir de allí todos los días me controlara. Él luchaba para que pueda retener al bebé cada día 24 horas más. Era imprescindible llegar al séptimo mes. Así fue y se logró llegar al 5 de Abril y como las cosas se complicaron tanto que el Dr. Bartolomé Llobeta (mi médico ginecólogo) decidió inmediatamente hacer la cesárea el 05/04/1987.

Ese día Enrique cumplía sus 10 años y nació Federico Daniel con 1,700 kg, sietemesino y lo pusieron en una incubadora. Cuando la enfermera me llevó a Neonatología para que lo conozca, en ese preciso instante, le vino un paro respiratorio. Al advertir lo que estaba ocurriendo me desesperé y comencé a rezar con todas mis fuerzas pidiéndoles al Señor y a la Madre Catalina para que interceda ante El para que le permita vivir.

En ese momento tan difícil se lo entregué a Dios y le pedí por su vida y que después El decida el camino que seguiría en su vida. El Señor me escuchó, no dudo que la Madre Catalina estuvo presente ahí, intercediendo por la vida de Federico.

No dudo que Ella que sintió el llamado del Señor desde muy joven, ya pudo visualizar desde ese momento que este pequeño niño que luchaba por su vida, seguiría su camino de entrega incondicional al Señor. Federico pudo superar ese momento y después de 21 días en la incubadora nos fue entregado y volvimos a casa felices y agradecidos.

Marita Salmerón y su esposo Daniel junto a sus dos hijos Enrique y el padre Federico. Sus “dos milagros de amor de Madre Catalina”.

¿Qué hiciste cuando recibiste este gran regalo de Madre Catalina? Cuáles fueron tus reacciones ante este acontecimiento…

Tanto yo como mi esposo Daniel compartíamos con todos nuestros familiares y amigos esta “gracia especial” que para nosotros fue un milagro. Las hermanas del Colegio estaban felices. Cuando volví al Colegio al finalizar mi licencia, compartí con mis compañeras docentes y con las alumnas, tanto de mi grado como con el resto del alumnado. Toda la Comunidad Educativa, Religiosa y de padres de alumnas estaban al tanto de este acontecimiento, para nosotros “un milagro”.

En ese momento escribí mi testimonio y envié a Córdoba, para que sea incluido en la Causa de Beatificación de la Madre Catalina. Al tiempo me informaron que este hecho no reunía las condiciones de un milagro. Yo acepté eso, pero siempre consideré que para nosotros sería nuestro mayor milagro. No nos quedan dudas del maravilloso regalo e intercesión de la Madre Catalina. Siempre le confío la vida, la salud y la protección de mis hijos a su voluntad. Les cuento a las personas que conozco y las animo para que le recen y confíen en su generosidad y en su milagrosa intercesión.

Sentados Marita Salmerón y su esposo Daniel, junto a su hijo Enrique con esposa e hijos. Enrique nació el 5 de Abril de 1977 gracias a la oración y súplica a Madre Catalina.

¿Qué le dirías a una mamá que no puede tener hijos, y que tiene esperanza?

Siempre pienso en las chicas, que como yo, desean ser madres y que aún no conocen a la Madre Catalina. Qué bueno sería que la conozcan y puedan confiarle este deseo. Yo le diría que no duden en poner su confianza en Ella.

Que le recen con fe y confianza, que seguro que Ella, que en su vida experimentó el dolor de perder un hijo, sabrá recompensarlas como lo hizo conmigo. Ella que está tan cerca del Señor, podrá interceder ante El, para que ese niño tan deseado, llegue a este mundo para alegría de ese hogar.

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¿Tu hijo sacerdote, vio su vocación acompañada por Madre Catalina?

A mis hijos siempre les inculqué el amor y gratitud a la Madre Catalina. Pasaron los años y mi hijo menor Federico un día nos comunicó, que al sentir el llamado del Señor a la vocación religiosa, quería dar su “si” generoso e ingresar a la Congregación Salesiana. La sorpresa no me dejó reaccionar, hasta que mi esposo, me recordó aquel lejano día en que yo se lo había ofrecido al Señor. Aquel bendito día en que su vida pendía de un hilo y que con desesperación le pedía que le permitiera vivir y que luego El decidiera sobre su vida. Aquel bendito día de nuestro segundo milagro de la Madre Catalina.

Así fue tanto mi esposo como yo, hemos apoyado incondicionalmente su camino hasta el momento de su ordenación sacerdotal. Si bien su vocación sacerdotal nació en el Colegio Salesiano, no dudo que la Madre Catalina estuvo presente en su corazón al momento de su discernimiento.

El sí generoso que lo llevó a escuchar el llamado, fue sin duda acompañado en todo momento por la Madre Catalina y por Don Bosco.

La Madre Catalina siempre estuvo presente en los momentos difíciles de nuestras vidas. Siempre hemos confiado en Ella como en alguien cercano, en la que podíamos depositar nuestros sufrimientos, angustias y también nuestros logros y alegrías. En los momentos de dudas e incertidumbres y en los de felicidad la tuvimos presente como un ángel que nos cuidaba y protegía.

¿Qué le pides a Madre Catalina en el año de su beatificación?

En este año de su beatificación yo le pido a la Madre Catalina que interceda ante el Señor, para que así como me ayudó a mí y con la generosidad con que entregó su vida, pueda seguir intercediendo ante el Señor, para que otras mujeres que ansían ser madres, puedan lograr ese sueño tan anhelado, como lo logre yo con su ayuda.

La familia Salmerón con amigos junto al Obispo de Tucumán Mons. Carlos Sánchez, el día de la beatificación de Madre Catalina.
Padre Federico Salmerón junto a peregrinos. Vino a la beatificación a agradecer por su vida a Madre Catalina.
Marita y Daniel el día de la misa de acción de gracias 26 de Noviembre en la Catedral de Córdoba.
P. Federico Salmerón sacerdote salesiano bendiciendo objetos el día de la beatificación de Madre Catalina.

 Oración para pedir la intercesión de la Beata Madre Catalina

 

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