Testimonio. Voluntaria Comedor Cura Brochero Mendoza.
La pandemia del COVID, nos hizo cerrar las puertas de un hermoso proyecto solidario: el Comedor Cura Brochero.
Tratamos de ser creativos y buscamos la vuelta, a través de algunas viandas o de acercarnos al hospital pero no era lo mismo. Todo estaba cerrado y solo. El colegio, el comedor, cada uno tuvo que quedarse en casa para cuidarse. Pero en nuestros corazones y pensamientos estaban todas aquellas personas que solo tenían acceso a un plato de comida y una charla agradable a través del encuentro en Catamarca 340, en el comedor del Cura Gaucho, y otros tantos nombres con que bautizaban este sueño de las hermanas esclavas aquí en Mendoza.
El tiempo y la ayuda nos ha permitido volver a abrir las puertas.
Regresaron los chicos al colegio, y con todas sus donaciones se volvió a llenar la despensa.
Regresaron las voluntarias y la cocina volvió a oler a comida.
Y el comedor se llenó de ruidos de platos, vasos cubiertos y charlas de “vidas”, de vidas tocadas por el dolor, la soledad, pero agradecidas, muy agradecidas.
Para cada una de las que nos sumamos a esta hermosa tarea de “Reparar haciendo un plato de comida”; … de “Reparar oyendo una charla de almuerzo”… de Reparar sabiendo que todo tiene un remedio, estar allí es….
Para mí significa algo muy especial, el ir contenta con mí compañera y abrir el portón y ver esa gente que vienen muy contento sonriendo a pesar de su situación a mí me llena de mucha alegría mí corazón.
Uno siente el corazón rojito de amor (cómo le decían a Mili en sus primeros años de caminar junto al Sagrado Corazón y toda su familia).
Siempre están en nuestras manos los recursos que pedimos al cielo, para hacer cada día algo que deje huellas en quienes nos rodean y en nosotros mismos. Compartir no solo el pan…..sino también experiencias.
“Poder servir en el comedor es un regalo de Madre Catalina, solo palabras de gratitud por darnos esa posibilidad de llegar al otro”.
En este link más info en al web del Colegio Sagrado Corazón de Mendoza.
