Tafí del Valle. Testimonio de Emilia Salvatierra, Grupo Jóvenes Ignacianos del Centro de Espiritualidad Corazones Nuevos (Tucumán)
“El fin de Semana del 21 y 22 de mayo nos fuimos los jóvenes de la Oración Ignaciana a Tafí del Valle, ni imaginábamos todo lo lindo que íbamos a vivir y sentir. Yo personalmente hace un tiempito que no los veía a ninguno del grupo. Ese abrazo con cada uno al reencontrarlos fue la puerta de entrada. Fue la primera caricia al corazón. La primera de todas las que vendrían.
La segunda gran caricia fue que había 12 personas en una casa pensada para 6 o 7 personas. Entonces, fue abrir las puertas y el corazón, fue compartir lo que había y lo que se podía. Fue ponernos de acuerdo en cómo cocinar, limpiar; también fue charlar, reír y cantar. Fue vivir realmente (porque así lo sentí) un fin de semana en comunidad, compartiendo la vida.
La tercera gran caricia empezó unas horas más tarde de haber llegado. Fuimos a la ermita franciscana del Padre Pepe. El motivo que de cierta forma nos convocó ese finde. ¡Fue hermoso! Sus palabras tan humanas, tan cercanas, tan reales. Su mirada. La mirada de todos los que estaba ahí. Supongo, y creo (como acto de fe) que así debió haber sido la mirada de Jesús, que así ES la mirada de Jesús. Esa tarde celebramos la misa en la ermita. Fue una verdadera celebración de todos juntos. Rezamos, cantamos, amamos, comulgamos. Hicimos comunión. Fue una misa que no quiero olvidar. ¡Y como si hubiera sido poco, Pepe nos invitó a cenar!! ¡Éramos un montón!! Y lo poco o mucho que había compartimos. En ese momento entendí y viví lo de “la mesa para todos”. Una mesa que recibe y en la que nos sentamos todos. Como una iglesia en la que cabemos todos. La iglesia de Cristo. Donde es él quien se parte y reparte.
Yo que a veces pierdo las ganas, los motivos para luchar por el Reino. Que muchas veces perdí la fe y esperanza en la iglesia, se me regalaron estos días para renovar la fe y la esperanza, para volver a abrazar a la iglesia, a mí iglesia, a la iglesia que quiero.
Vivir el presente
Recuerdo y medito esos días, el encuentro en la ermita y mi corazón siente alegría y gratitud: las palabras de Pepe “vivir el presente” “estar en el presente” “en LA presencia” “Su presencia” “Él ES presencia”, “el silencio” “Él habita en el silencio”. Y me sentí acompañada. Que son tantas personas que sueñan con el Reino en la tierra, que luchan por hacer de ese Reino aquí. Por hacer realidad el evangelio de Jesús. Ese fin de semana en Tafí, sentí fraternidad, me sentí en comunidad. ¡Fue como un Pentecostés adelantado! El Espíritu que está ahí, sopla, impulsa y anima. Y como a los discípulos, no nos quiere solos, nos quiere juntos. Ese finde experimente el abrazo del Espíritu que me invita y nos invita a ser iglesia. ¡Qué gran regalo!”.
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