Andrea Rosas ecj.
Participé de la Inmersión Ignaciana, experiencia que otras Esclavas hicieron años anteriores en Manresa (España) y me motivaron a hacer la propia. Se trata de un mes y medio de diferentes propuestas relacionadas a la Espiritualidad Ignaciana, dejándose empapar por la fuerza que tienen los lugares donde Ignacio mismo vivió su propia experiencia de Dios.
Las clases fueron sobre diferentes temas relacionados a la vida de San Ignacio de Loyola y los Ejercicios Espirituales, intercalado con espacios de interiorización personal, oración, vida compartida, bloque de conocimiento personal, semana de ejercicios espirituales, y peregrinaciones.
Éramos un grupo de diferentes países, sobre todo de Latinoamérica, sacerdotes, laicos y religiosas. Muy enriquecedor todo ese compartir, que en medio de la diversidad, nos descubrimos juntos en el seguimiento a Jesús desde una misma espiritualidad, cada uno desde su propia vocación.
A medida que iban pasando los días, se iba formando una comunidad de compañeros que íbamos descubriendo la llamada a vivir este tiempo, ayudados por la expresión del Papa Francisco, “no como turistas, sino como peregrinos”, con una disposición interior que hace que lo vivido vaya pasando por el corazón, interpele la vida, cuestione, mueva deseos, nos contacte con nosotros mismos y con Dios.
Invitación a CONFIAR
Cómo Ignacio somos invitados a vivir el presente con un horizonte claro, aunque también acogiendo las incertidumbres que todo camino trae, creyendo en que la luz se va percibiendo a medida que vamos caminando. ¡Toda una invitación a la confianza! Como la experiencia de Catalina que se dejó tocar por lo que vivía y allí fue buscando y encontrando la voluntad de Dios para su vida.
En cada lugar Ignaciano, traía a toda la gran Familia Catalina…Allí, en la Cueva de Manresa, frente al Río Cardoner, en la Torre Loyola, le pedía a Dios que nos regale la gracia de conocerlo internamente y dejarnos tocar por los sentimientos de su Corazón… Ahí , dónde se pone en juego toda la vida! Agradezco a Dios y al Instituto esta oportunidad, y a tantos otros, que con sus gestos y palabras animaron y acompañaron este peregrinar!.