Testimonios. Nicolás habla con la convicción de su tía Beata “Si Él te llama, no tengas miedo”

Nicolás Gilardi será ordenado diácono el próximo viernes 19 de Octubre en el mismo lugar que Madre Catalina, camino a las Catalinas, recibió la inspiración de fundar un congregación. Nicólás, tataranieto de Petrona (hermana de Madre Catalina), recibió el legado de su tía santa que hoy lo anima a contar con apertura y coraje como eligió ser cura.  

Escribe: Nicolás Gilardi

Mi nombre es Nicolás Gilardi Petrini, tengo 29 años, y estoy terminando mi formación al sacerdocio en el Seminario Mayor de Córdoba. El próximo viernes 19 de octubre seré ordenado Diácono en el Monasterio de Santa Catalina de Siena. Mi familia está conformada por mis padres, un hermano y una hermanita. Poco tiempo antes de la Beatificación de Madre Catalina tuve la sorpresa de enterarme que era su pariente lejano, lo que fue una sorpresa y una alegría saber que tenía una tía lejana Santa, y en quien, investigando un poco más, descubrí una mujer profundamente humana, con los pies en la tierra y un celo apostólico admirable.

Ser cura

Muchas veces me preguntaron ¿por qué querés ser cura? ¿Por qué no podés hacer el bien casándote, con una familia e hijos, siendo “normal”? Está bueno cuando me hacen esa pregunta, porque me vuelvo a preguntar “¿Por qué?”. No es tan fácil de responder, porque es algo que sólo se puede experimentar. Es como estar enamorado de alguien y estar dispuesto a dejar muchas otras cosas por esa persona. Acá es parecido o igual. Ser cura no es sólo hacer el bien, sino que es seguir, de una forma radical, a una persona que te cautivó, que te atrapó, que hizo que fueras capaz de dejar todo lo que estabas haciendo, por una sola causa: el Reino de Dios.

Jesús me cautivó

Cuando era adolescente, participaba de un grupo juvenil llamado “La Cate”, de la Iglesia Catedral. Puedo decir que ahí viví una experiencia de Jesús que me cautivó y me llenó el corazón. Pude descubrir, a través de otros jóvenes como yo, que Jesús me invitaba a anunciarlo, a darlo a conocer a muchos otros, para que vivieran la experiencia que yo había vivido de sentirme salvado y sanado por él. Era un adolescente como todos los demás, me gustaba vivir una vida normal como la de cualquiera de mis amigos. Pero en el fondo del corazón, sentía que Jesús me iba captando, me iba seduciendo, muy de a poco, sin arrebatos ni experiencias maravillosas, pero la fascinación por su persona se iba haciendo cada vez más fuerte.

Charlas que guardo en el corazón

Y así, fui comenzando un camino lento, en el que iba sintiendo que Dios me iba pidiendo un poco más. Cuando salía con mis amigos a alguna fiesta, disfrutaba como todos los demás, pero las noches que más gozaba eran aquellas en las que se acercaba alguien a compartirme algo personal de su vida, algún problema o inquietud, y yo trataba de ayudarlo desde Jesús. Muchas de esas charlas todavía las recuerdo, y las guardo en el corazón, porque ahí Jesús me fue mostrando que me pedía acompañar a muchos otros, a entregarme para consolar a los tristes, socorrer a los que no encuentran una salida y ayudar a otros a encontrar un sentido más profundo en sus vidas. 

Cuando dije “si”

Me acuerdo de que, cuando tuve que tomar la decisión de entrar al Seminario, no fue fácil. Si bien lo venía pensando y lo deseaba desde hacía rato, me daba mucho miedo. No era lo mismo imaginarlo, que tener que dejar la familia, el estudio, la vida social como la vivía hasta ese momento, etc. Cuando tuve que animarme a decir “sí”, empecé a arrugar, pero hubo un texto de la Palabra que me ayudó mucho: “Habla Señor, que tu servidor escucha”, le dijo el profeta Samuel a Dios cuando Dios él lo llamaba. 

Era miedo

Cuando escuché por primera vez esa Palabra, no las podía pronunciar, me invadía un miedo terrible porque en el fondo sabía que Dios me lo pedía. Pero la verdad es que no podía mirar para otro lado. Me di cuenta de que era solamente un miedo, que tenía que confiar y tirarme al mar, aunque no sabía qué iba a venir y qué era exactamente lo que implicaba la decisión, pero sí estaba seguro de que esto era lo que Jesús me estaba pidiendo. Entonces, rezando una noche en mi cama, dije basta, ¡a todo o nada! Esto me dio una paz muy profunda, no pude parar de llorar de la alegría, me sentía como un tonto, pero estaba feliz.

Sacerdote: una pasión

Si tengo que decir qué es para mí el sacerdocio, diría que no se trata de ser héroes ni salvadores del mundo, sino de apasionarse por una persona maravillosa, que vivió hace 2000 años en la tierra, y por su misión: hacer que todos los hombres sean felices, encontrándose con el Dios de la vida que nos llama a construir una sociedad más justa, un mundo en donde los excluidos, los pobres, los que sufren, los que perdieron el sentido de su vida, ocupen el primer lugar en nuestro corazón; trabajar por un ambiente más humano, donde el amor sea lo que nos mueva en cada una de nuestras decisiones.

Ordenado en el lugar de la “Inspiración”

Me quedan pocos días para la Ordenación, justamente en el mismo lugar donde Madre Catalina recibió su llamado a fundar su obra, y lo estoy viviendo con mucha alegría, disfrutando de la alegría de saberme mirado por Jesús y de que él haya puesto su confianza en mí. Este camino de preparación ha sido maravilloso, y estoy seguro de que lo que viene, lo será mucho más.  

Iglesia Monasterio Santa Catalina de Siena donde será ordenado Nicolás Gilardi el 19.10.18. El primer monasterio más antiguo de Argentina y de Córdoba (1613) que cumplió 504 años de presencia en la Iglesia local y en la ciudad de Córdoba.

No tengas miedo

Si hoy hablo con un joven que se cuestione la vocación, le diría: “si alguna vez sentiste que Jesús te llama a seguirlo de una forma radical, a regalarle tu vida; si sentiste que Dios te seduce hasta el punto de querer dejarlo todo por él, ¡NO TENGAS MIEDO! Dios es fiel, Dios no abandona, si Él te llama, animate, porque no hay nada más increíble que elegir vivir el sueño de Dios para tu vida”.

Reencuentro de la Familia de Madre Catalina en el 2017

Nicolás el primero de derecha a izquierda en la primera fila de arriba. Es tataranieto de la hermana de Madre Catalina, Petrona.

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